Crónicas de los ‘sarajevos’ herreño y palmero tras las lluvias torrenciales que siguieron a los incendios de 2007 y 2009 respectivamente

La polémica de si políticas forestales preventivas o que se queme todo sin tocar nada, que es lo que suele pasar a poco que las condiciones no ayuden si falla lo primero, verdaderamente aburre. Si entramos en el tema de los hidroaviones pues en fin, chiquito enredo, no valen para nada pero es por lo primero que claman y lo más que aplaude la gente, una de las últimas veces decenas de miles de personas con el correspondiente desfile aéreo triunfal sobre la playa de Las Canteras. Claro que Tamadaba, por dar un detalle tonto, había desaparecido literal, ni lo intentaron.

Peo en algunas ocasiones, tristemente, la auténtica desgracia no la trae tanto el fuego, que sí que con el tiempo nos recuperamos de forma cuanto más natural mejor pero chiquitas mordidas no hay ahí, sino la posibilidad de que a los pocos meses se desaten lluvias torrenciales en las áreas quemadas que en otras circunstancias no tendrían por qué dar lugar a consecuencias desagradables. Con incendios potentes el resultado en brutal porque el suelo de alto valor ecológico de nuestros bosques desfila cual colada, algunas imágenes de La Palma puede confundir con Cabeza de Vaca pero es tierra vegetal de alta calidad lo que se ve, hacia el mar llevándose por delante lo que se encuentre. Vamos, que con el volcán por mucha desgracia que traiga al fin y al cabo representa aportación de materiales que de alguna forma podrán ser o no transformados, con este tipo de lluvias sencillamente lo más valioso de nuestro suelo, decenas de miles de años para crearse, desaparecen sin más o se va a donde no debía estar, como tristemente siempre ocurre en tierra de pícaros.

En fin, esto es lo que contamos tal cual en ‘noincineraciontenerife’ cuando narramos aquellos sucesos, el de La Palma en imágenes pero el de El Hierro acompañado de comentario que te reproduzco debajo. Por si a alguien pueda interesar vamos, que con lo enquistado del debate lo dudo bastante en realidad.

El Hierro sufre el peor desastre ecológico de la historia reciente de Canarias

02 – 02 – 07

Las lluvias ocurridas en El Hierro el último fin de semana de enero han originado, o puesto en evidencia, una catástrofe ecológica desconocida en Canarias en las últimas décadas, sobre todo en las islas occidentales y más boscosas.

Y todo ello pese a que en 1988, sin ir más lejos, se registraron 590 litros por metro cuadrado -frente a los 500 de los que habla el Cabildo en esta pasada semana exagerando, como siempre ocurre en estos casos, los datos que efectivamente parece que registraron los pluviómetros en el caserío de San Andrés, muy cerca de la zona donde esta vez se han producido corrimientos de tierra a los que no estamos acostumbrados a asistir en esta tierra, al menos hasta donde llega la memoria de los más viejos.

Los montes, o lo que queda de los montes, del centro de la Isla han sido el origen de este desastre. Desde hace medio siglo las formaciones boscosas de la isla de El Hierro se han ido recuperando de siglos de devastación, cuando la madera era el único recurso energético con el que contábamos, gracias a una política forestal basada en la repoblación metro a metro de unos suelos que estuvieron a un paso de desaparecer literalmente.

Pero hace diez años que todo ese proceso cambió radicalmente, la llegada de ‘mentes privilegiadas’, como la del ingeniero de montes andaluz Juan Bautista, ha considerado a la motosierra como la herramienta más adecuada para ‘regenerar’ unos montes que, probablemente, existen hoy en día gracias a unos ‘locos’ que durante décadas se dedicaron a repoblar, subiendo los pinos al hombro en cajas de madera y mimándolos uno por uno con su correspondiente gorona de piedras para protegerlos. Estos nuevos ‘iluminados’, que han entrado en la Isla como un elefante a una cacharrería o, más propiamente, como el caballo de Atila que por donde pasaba no crecía ni la hierba, han ocupado esos montes al mando de trescientos hombres -la empresa más poderosa de la Isla- con sus todoterrenos, tractores, trituradoras, palas, camiones y motosierras en cantidad para llevarse todo ese trabajo por delante ante el asombro generalizado. La operación, que representa un auténtico escupitajo a la historia forestal de la Isla y a la gente que se dejó la vida luchando por recuperar esos montes y -más importante todavía- por proteger esos suelos de la erosión, ha estado complementada, además, con un aserradero público construido por el Cabildo, como si esto fuera Canadá o Finlandia.

Se trata de acabar no sólo con los pinos de crecimiento rápido, hectáreas y hectáreas de pino canario han sido liquidadas a mata rasa también (5 hectáreas últimamente en la Hoya del Sargento), y las consecuencias de esta operación descomunal que no sólo ha terminado con bosques enteros, ha hecho desaparecer todo el riquísimo y valiosísimo sotobosque que permitía que los suelos estuviesen mucho más protegidos frente a la erosión. Pero es que todo esto es incompatible con la política de introducir masivamente especies nuevas como hayas o cedros que pueden tardar veinte años en desarrollar un porte arbóreo, por lo que representa un verdadero disparate, además suicida, el intentar estas políticas de manera masiva, como se pretende con los desastrosos resultados que la lluvia ha dejado más en evidencia todavía.

Hay quien dice en El Hierro, incluso desde el propio colectivo del personal de Medio Ambiente, que la única solución ahora mismo para que esos montes se recuperen, sería el prohibir durante cuatro o cinco años que personal alguno de esa terrible tropa de ‘leñadores’ entre en esos montes, dejando que la Naturaleza, por sí misma, intente recuperarse del imponente daño que un individuo, al mando de un consejero del Cabildo, Javier Armas al que nadie ha visto pisar el monte jamás y, por tanto, ignorante supino en la materia le ha causado en un tiempo récord.

La políticas de entresaca han conseguido desertizar el suelo al abrir claros que impiden que las especies típicas del sotobosque se puedan desarrollar, siendo el tomillo una de las pocas plantas que se ha podido adaptar a las nuevas condiciones en determinadas zonas. Otra cosa desconocida en Canarias hasta ahora.

Los ejemplos de este disparate son muchísimos. Sin ir más lejos estos días -después de las lluvias- se encuentran los trabajadores de la quesería hablando solos porque una pandilla de chiflados de éstos se ha metido con las motosierras en una riquísima formación boscosa cercana que, a parte de su valor natural, les protegía de los fríos vientos que después de que han tumbado todos los árboles -abetos, pinos, cedros…- les ha obligado a aumentar la ropa de abrigo. Increíble pero real como la vida misma.

En la misma zona, en San Andrés, un incendio se llevó por delante el monte hace cuatro años. Realizaron una tala completa, indiscriminada, pese a lo cual hoy en día gran parte del mismo se había recuperado habiéndose desarrollado un pinar joven que, cuando tenía tres o cuatro metros de alto, los tipos lo están talando a mata rasa de nuevo sin que nadie alcance a entender nada de lo que pretende esta gente. Un auténtico misterio, por otra parte. 

Nosotros hemos estado en El Hierro para intentar entender algo de unas imágenes que recibíamos por internet y que resultaban inexplicables. Después de estar en el lugar y visitar algunos sitios con gente que siempre ha estado relacionada con esos montes, no sólo hemos constatado el mayor desastre ambiental que nunca hubiéramos presenciado antes en Canarias, sino que nos hemos llevado la impresión clara de que o alguien le pone freno a este disparate, con una moratoria indefinida para la motosierra como medida más inmediata, o quizás en El Hierro (y en toda Canarias si permitimos este desaguisado) tengamos que enfrentarnos en los próximos años a una tragedia ecológica desconocida en el último siglo.

Siempre ha habido incendios en Canarias, como el ocurrido en El Hierro este pasado verano, aunque sin camiones motobombas y sin helicópteros y sin tanto ingeniero siempre se habían apagado incluso mucho más rápida y eficazmente. Pero la prisa que ha tenido en esta Isla por meterle las motosierras indiscriminadamente, abriendo pistas que ahora mismo se han convertido en verdaderos barrancos, retirando todo resto de sotobosque, aclarando o cortando a mata rasa lo que ya había sido atacado por las motosierras, ha dado lugar a todo este desastre que, por cierto, poco tiene que ver con los lagartos ahogados, que eso tiene que ver más que con otra cosa con el hecho de que el lagartario estaba construido justo debajo del cono de deyección de uno de los torrentes más impresionantes de la Isla.

La Narbona ha venido a ver los lagartos y Tomás Padrón pide veinte y pico millones de euros para remendar el desastre de la mala o malísima planificación forestal, urbanística o de comunicaciones que han ocupado el cauce de los barrancos. Ni colorado se ha puesto porque es la desvergüenza el requisito fundamental que parece tener que cumplir un político hoy en día en esta tierra nuestra. Pero para arreglar el desaguisado que el Tomás Padrón, con la ayuda de técnicos como el tal Juan Bautista, ha montado en una isla declarada, con los más altos merecimientos -y gracias al esfuerzo de nuestros viejos- Reserva de la Biosfera, es posible que los veinte y pico millones no le den ni para empezar. Y, por mucho dinero que se mande para allá, como estos responsables políticos y técnicos no estén dispuestos a reconocer su fracaso -que en este caso significa DESERTIFICACIÓN- y escuchar el consejo de alguien medianamente sensato, es posible que cuanto más dinero se les permita administrar mayor sea el follón ecológico en el que nos terminarán metiendo.

Una locura colectiva sobre la que ya comienzan a alzarse algunas voces, pocas de momento, que empiezan a organizarse para plantarle cara a la prepotencia y a la soberbia de algunos que no admiten la más mínima crítica a sus acciones que, además de todo, representan una falta de respeto gigantesca para trabajadores e ingenieros que consiguieron regenerar una tierra que todo el mundo daba por muerta hace medio siglo. Eso hasta que llegaron éstos con las motosierras, con centenares de empleados y maquinaria frente a los otros que, sin medios, sin recursos y con voluntad de hierro, consiguieron un milagro probablemente desconocido en cualquier otro lugar de Canarias.

UN DESASTRE NATURAL SIN PRECEDENTES

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